Su proyecto fundamental es la
Escuela Moderna, abierta en Barcelona. Se llevará a cabo una enseñanza
inspirada en el libre pensamiento, practicando la coeducación -de sexos y de clases
sociales-, insistiendo en la necesidad de la higiene personal y social,
rechazando los exámenes y todo sistema de premios y castigos, abriendo la
escuela a las dinámicas de la vida social y laboral, y organizando actividades
de descubrimiento del medio natural. Los niños y niñas tendrán una insólita
libertad, harán juegos y ejercicios al aire libre, y uno de los ejes del
aprendizaje lo constituirán sus propias redacciones y comentarios de estas
vivencias. Una rotura verdaderamente revolucionaria con los métodos
tradicionales.
En la Escuela Moderna se
organizarán conferencias dominicales, entendidas como una extensión educativa
para las familias, contando con el apoyo y la intervención de personajes como
Odón de Buen o Santiago Ramón y Cajal, de un prestigio científico universal.
La sensibilidad pedagógica se
vinculará con el ideal de emancipación del género humano, propio de las
corrientes libertarias hacia los cuales irá derivando el compromiso político de
Francisco Ferrer Guardia. Será un ejemplo rotundo de la estrecha relación que
el pensamiento anarquista mantendrá con el horizonte de una enseñanza renovada,
considerada como vía fundamental para acceder a la liberación del individuo de
cualquier sometimiento.
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